En nuestra experiencia en el mundo de los RRHH en las organizaciones, la demanda de profesionales, remarco, de buenos profesionales, en busca del reconocimiento profesional, suele responder a alguna de estas situaciones:

1. El profesional trae una experiencia de necesidad de reconocimiento, necesidad de afecto profesional, de hacer notar que nos fijamos en él, en lo que hace, cómo lo hace, y que agradecemos su dedicación y resultados. Esta “necesidad” se suele asociar a su entrada en la empresa o a su bagaje cultura.
2. De manera análoga, el bagaje cultural obra una enorme influencia. De hecho, cuando trabajamos en el continente Iberoamericano, la propia cultura de los países es muy demandante de amabilidad explícita, lo que hace incluso que los europeos seamos vistos como personas secas y poco amables, es decir, hay o puede haber una explicación a esa demanda por un choque de carácter cultural.
3. Por último, el no-reconocimiento, puede estar en el jefe directo. Y aquí se nos abren dos posible explicaciones que hemos visto con frecuencia:
   • El jefe no tiene referencias de las tareas
   • El jefe tiene miedos de su falta de capacidad o competencia, e interpreta que felicitar puede hacer aflorar con mayor rapidez sus carencias directivas, y por tanto, prefiere “el palo a la zanahoria”.

Todo esto es importante para el profesional en busca del reconocimiento profesional.