20 Jul El Efecto Ancla
Cambiar es también saber qué no cambiar y saber cómo hacer que los cambios del entorno no se lleven por delante la tradición, por ello, es muy importante entender el efecto ancla.
En definitiva, es la maravillosa gestión de las paradojas o de los contrarios a la opinión común, es decir, la riqueza de la pobreza, el silencio de los gritos, la soledad de la multitud, o, en nuestro caso, la conservación de la transformación.
En eso los británicos son expertos, avanzan pero conservan. No tenemos más que ver su “té de las cinco”, sus “London Cabs”, sus “autobuses de dos plantas”, el “Rolls Royce”, etc.
Para que perdurable a través de los siglos y marcada por su firme flema.
Análogamente, otras instituciones se caracterizan por su enorme éxito para conservar sus valores y modelos que les hacen reconocibles a través de los siglos.
Hablo del Vaticano, donde sus acciones, se caracterizan por saber mantener la “Tradición” a pesar de los cambios que siglo tras siglo, si, remarco lo de “siglo tras siglo”, van surgiendo.
En el mundo empresarial, si nos fijamos en las empresas que van consolidando su marca a través del devenir del tiempo, una de sus características fundamentales es que los cambios no han “barrido” su fondo.
Han sabido transformarse, pero lo más difícil ha sido saber mantener lo que les ha hecho reconocibles durante todos los saltos que los contextos socioeconómicos han ido trayendo.
En esta reflexión, punto el acento en la importancia de no dejar que el futuro te haga irreconocible.
Es como si la empresa estuviese sometida al “lifting” continuo y a eso la llamamos “transformación digital”, “innovación” o “flexibilidad”. Aunque, realmente, lo que nos pasa es que los cambios ya no nos hacen reconocibles ni para los más allegados (nuestros clientes).
En los cambios, debemos saber qué no cambiar y poner acciones específicas para “ANCLAR” dichos aspectos “intocables”, lo que llamamos efecto ancla.
¡Muchas gracias!
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